Desvaríos:
Actualmente estoy en paro. Como 5 millones de españoles más.
He trabajado en distintos sectores, muchas veces me decía a mi mismo que aunque no acabara en ese puesto de trabajo, serviría al menos para engordar el currículum vitae.
Hasta puede decirse que mi ciudad podría estar empapelada de arriba abajo con todos los currículos que he ido dejando.
No me llaman para concertar demasiadas entrevistas. Estoy anotado en unas 5 o 6 bolsas de trabajo. Es una forma más rápida y sencilla de buscar curro, que andar pateando calles, pero tampoco vale de mucho.
He leído mucho acerca de la entrevista de trabajo perfecta, muchas pautas que tomar, muchos gestos que frenar, y hay cosas que es mejor omitir.
No se puede dar la mano ni muy fuerte, ni muy endeble, ni con una inclinación demasiado pronunciada.
No nos debemos sentar ni muy al borde del asiento, ya que denota inseguridad, ni muy atrás, ya que proyecta falta de respeto.
No hay que sentarse primero, no hay que extender la mano primero, y cuando se haga hay que mirar a los ojos.
Un punto curioso es que hay que observar a los ojos directamente cuando nos estén hablando o cuando respondamos, pero no demasiado para no intimidarle… no sabia yo que los de recursos humanos fueran ciervos.
Algo importante, es que no se debe hablar nunca mal, de nuestro anterior trabajo o jefe, ya que esto aunque sea cierto, da a pensar, que no hemos apreciado el puesto que teníamos.
No digas: siempre, nunca, quizás, o sea, es decir, bueno, este, es decir “latiguillos” nunca los uses, siempre que puedas evítalos, este… nada, solo era eso.
No pierdo el ánimo, sigo recibiendo correos de ofertas de trabajo, sigo leyendo ediciones digitales de periódicos para ver si hay algo para mí, pero solo queda esperar.
Capítulo 21º
1º día:
Recibo una llamada de una empresa que se dedica a la venta de ciertos productos. Esto se realiza a través de subcontratas. En ese momento la empresa, estaba trabajando para una compañía telefónica.
Me dicen que tienen mi currículo, y que están interesados en ofrecerme una entrevista para ver si estoy capacitado. Se me explica por teléfono, un poco a grosso modo, de lo que va el trabajo. Básicamente es ir vendiendo por las casas un producto, es decir, comercial. Como nunca lo había probado, dije que estaría encantado de asistir.
2º día:
Pregunto a la recepcionista y ésta me dice que tome asiento y me espere. Veo que hay más personas sentadas a mi lado, algunas impacientes, y otras con cara de desgana. De una puerta veo salir y entrar a gente trajeada… y yo con estas pintas.
Se escuchan unos gritos, que provienen de una especie de cuarto para reuniones. El que parece el jefe, esta motivando a los empleados a salir a la calle e hincharse a ventas. Lo hacen de tal modo que parecen espartanos preparándose para la batalla de las termópilas. Asustan bastante creedme.
Me hace pasar el tipo que me entrevistará. Me extiende la mano, y se la doy con la fuerza e inclinación correctas, después de que el tome asiento, hago lo propio.
Me explica de que va el puesto, me pregunta sobre mi y mis anteriores trabajos, y me da unas directrices para el día siguiente, es cuando comenzaré a trabajar.
Debo ir bien vestido, aseado, y me dice que comeré allí, pero que no lleve dinero, ya que de eso se encarga la empresa.
3º día:
Mi gran día, no estoy nervioso, pero si un poco acojonado, no quiero tener que gritar: ¡Hu Ha! No quiero enfrentarme a los persas.
El caso es que pinta bastante bien, me toco de compañera una chica que estaba embarazada y muy ilusionada con el puesto de trabajo. Con nosotros iba una persona que ya llevaba tiempo trabajando allí, y que nos iría aconsejando. Bueno, lo cierto, es que al ser el primer día, dijo que ella vendería y que nosotros tomáramos nota. A mi nadie me dijo que tenía que llevar un cuaderno ni bolígrafo.
Casi por obligación, nos dejan entrar en una casa. Era un adolescente, y decía que sus padres no estaban. El chico no estaba muy dispuesto, pero no se de que modo, se le consiguió convencer de que era interesante, y que debía convencer a sus padres.
Después de varios clientes potenciales, hubo uno que me dejó buen sabor de boca. Era un hombre que parecía un poco excéntrico, dijo que no le interesaba, alegó que ya había un libro que hablaba del control sobre las personas, y que el no quería que se interfiriera en su vida privada, que no quería un gran hermano.
Yo le miré y le dije: 1984, a lo que el me contempló con cara de incrédulo para después sonreír.
A la hora de comer, nadie mencionó nada sobre el dinero. Ya suponiendo que cada uno tenía que pagarse lo suyo, decidí no pedir nada, ya que no llevé ni 1 euro. Hubo una persona que se ofreció a invitarme, pero sabia que no volvería al día siguiente, por lo que, después de agradecerle el gesto, le negué la invitación.
Al final del día:
El de recursos humanos me preguntó que tal todo, y le expliqué, que yo no valía para ese puesto de trabajo, que le agradecía enormemente la oportunidad, pero no estaba realmente interesado. Se lo dije no con estas palabras, si no de una forma más suavizada y sutil. Me dijo que no había problema y que si en algún momento cambiaba de parecer, allí estarían.
Me encantaría trabajar en una cervecería, así podría ser el psicólogo de algún borrachín.
hace años pasé por la misma experiencia y lo que más me sorpredió(y me produjo vergüenza ajena), fue la facilidad con la que esta gente se te mete en casa, además también, de tomarte el pelo.
ResponderEliminarLlamémosle planta, tener cara, desparpajo, pero algo de eso hay que tener. Un saludo.
ResponderEliminaryo fui camarera y sicologa de barra tambien...
ResponderEliminares increible cómo se suelta la gente y te cuenta cosas que jamás te hubieses imaginado de ellos.
... pero tambien e sverdad que hay que saber disernir, porque si yo hacía mio esos problemas, al final terminaba peor...
besos
pd, cómo veras, estas memorias estan siendo mi libro de mesita de noche ;)