Impío es el acto que comete el hombre majadero, en pleno estío deambula por el sendero, abandonado.
Tórrida la noche en el cementerio, gélido el viento que desvela el misterio.
Las rodillas se encuentran con el suelo, abatido se postra para terminar el duelo.
-¡No puedo más! Me atormentas por las noches, oscureces los sueños y me lanzas reproches – exclamó el majadero con tono austero-.
Inmutable la lápida de dura piedra, no contesta, no se sincera, el majadero se desespera.
-¿Por qué no me contestas? – preguntó alterado-.
Permanece firme la lápida, sus silencios inapelables, así es y será, volviéndose el majadero inestable.
- Sé que mi alma nunca fue tu cura, pero nadie como yo te trata, ahora tu indiferencia me abruma, y en mi el lamento se desata – expresó el majadero con palabras cortadas, y por la fría brisa sus lágrimas se tornaron afiladas-.
Quedose en silencio el majadero, apoyando sus manos en la lápida, marchose el caluroso ambiente, de forma irreverente, adiós, adiós al calor del estío, adiós a la cordura del majadero.
- Mi amada lápida ¿Dónde quedo el bochorno de julio?
Inmutable la lápida de dura piedra, no contesta, no se sincera, el majadero se desespera.
- Aunque la medianoche me abrace, y la luna se disfrace, no es normal que este frió me entrelace – expresó el majadero con preocupación-.
Piedra es y piedra será, ni el corazón de un hombre esto cambiará.
- Se que las brisas gélidas, son tus suspiros lápida amada, se que la ausencia de calidez, son tus respuestas tumba anhelada.
La firmeza de la lápida quema el corazón del majadero, el viento se torna impetuoso, volviendo al corazón perecedero.
El majadero desconsolado, viendo la niebla que ha creado, con sus lágrimas, de eso se ha percatado.
- ¡Mi amor! ¿Por que no respondes? Sé que a tus hermanos, algo les has contado - replicó sin obtener respuesta -.
La lápida observa el pasar del tiempo, no espera el momento, para que el majadero se quede sin aliento.
- La razón de mi ser no me replica, ni siquiera se percata ni siquiera se implica – bramó, mientras se dejo caer por completo al lado de su amor-.
Con una inquietante calma la lápida calla, haga lo que haga no conseguirá que el majadero se vaya.
- Porque a mi que te lo he dado todo, me niegas tus palabras y me hundes en el lodo.
El tiempo transcurre incesante, hora tras hora el majadero llora, su semblante se vuelve hilarante, y el ayer se vuelve el ahora.
Llega la mañana, y sigue el desvalido, hablando con su lápida, el tiempo se ha detenido. Personas caminan ya a su alrededor, son las once, el majadero refleja estupor, cansancio en sus ojos, marchitada su faz, así se queda el majadero, en tan solo un segundo fugaz.
- Ha pasado el ocaso, y aquí me hallo a tu lado, no obtengo nada, mas espero que esto no haya acabado.
Permanece firme la lápida, sus silencios inapelables, así es y será, volviéndose el majadero inestable.
La desesperación y desolación hacen mella en el majadero, pasa todo el día y vuelve la noche, y sin reproche, el hombre se torna fantoche.
- ¡No es justo lápida inmunda! A otros respondes aunque no es lo que abunda, nadie te dio más que yo tenlo seguro, lo lógico es que a mi me hables, me lo figuro.
El majadero acaricia la fría lápida, una y otra vez, volviéndose caduca su tez, más veces y más, olvidándose de todos los demás.
La medianoche aparece por la esquina, los que van de luto desaparecen, el cementerio retorna a la soledad, y la oscuridad se esclarece.
La luz de la farola alumbra la silueta, del majadero y la lápida, pero el primero se enrabieta.
- ¿Acaso no soy digno de tu atención? ¿Acaso no es perfecta mi entonación? - gritó exaltado el majadero -.
El hombre se agobiaba, ya que la lápida no le contestaba. El hombre lloraba.
Llevado por la locura, el majadero aporreó sin quietud, a la fría lápida que no cambia su actitud.
- ¡Responde! – chilló -.
Después de varios días y noches, después de soles y lunas, después de varios enfoques, después de recuerdos y lagunas, el majadero cayó.
En el suelo tumbado se encuentra, el maltrecho cuerpo del majadero, mas la lápida no se lamenta, es el sueño imperecedero.
Las lagrimas de la lluvia que en ocasiones aparecen, palien la sed del hombre, las gracias no se merecen.
Su estomago ruge, no encuentra sustento, las tripas refunfuñen, recuerdan platos que fueron ostento.
- Vas a dejarme morir suplicándote consideración, no me ofrecerás palabras para acallar mí desesperación.
Imparable e impasible el tiempo y su sin cesar, para el majadero un lustro, para la lápida no hay pesar.
El hombre se siente desfallecer, no encuentra fuerzas que ofrecer, se extingue el ánimo de su espíritu, se desvanece su ímpetu.
Inmutable la lápida de dura piedra, no contesta, no se sincera, el majadero se desespera.
Los últimos suspiros del majadero se enlazan con la brisa, exhala su último aliento y recita sin prisa:
- Te ofrezco mi decrépito cadáver lápida amada, te brindo mi vida como homenaje a tu indiferencia agotada, si no merezco tu apoyo, si no merezco ocupar el podio, si no deseo el olvido, si no quiero tu odio ¿Qué me queda? Tan solo tu indolencia, me voy de este mundo ofreciéndote mi última reverencia – concluyó el majadero, mientras su vida se esfuma, entre susurros de fantasmas y la espesa bruma.
Piedra es y piedra será, ni el corazón de un hombre esto cambiará.
Dedicado a la memoria del genial Edgar Allan Poe.
Que grande...
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarBuf DDmx dios, ese escrito cuando al terminar de leer leo la dedicatoria sonrei, me encanta, sencillamente Edgar Allan Poe( 'Poe' como yo le llamo XD).
ResponderEliminarGracias por dejarnos disfrutarlo ;)
Saludos
Un maestro del estremecimiento. Un genio. Saludos.
ResponderEliminarUn texto impresionante y bello. Y la narración de Nochete, inmejorable.
ResponderEliminarLa narración del texto, usted lo ha dicho, inmejorable. Un saludo compañero.
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