Desvaríos:
Para cambiar el mundo, cambia tu mundo. El truco está, en que lo cambies sin modificarte, sobre todo, tu esencia.
Recuerdos, el pasado, nostalgia, regalos, olores impregnados.
Lo malo del final de una relación social, son los residuos que se quedan varados en las venas.
Conozco a coleccionistas de amantes que guardan en pequeñas cajitas, anillos, y encima de sus camas, enormes animales de peluche.
Conozco a otros que en 48 horas se han quedado sin nada de lo regalado.
Un extraño problema es si la persona carece del ímpetu del odio o la necesidad de rencor. Es innegable la necesidad del aislamiento semipermanente. De un aislamiento indispensable, para ordenarlo todo.
Si se carece de esto, no hay más remedio que limpiar bien las sábanas, el sofá, usar incienso, ordenar objetos para que cambien de lugar, y nuestra madriguera no se parezca a lo que era cuando estaba ella, o él.
En el fondo no importa si el regalo fue en alguna celebración, ya sea por un aniversario, o algo incluso más romántico. Uno por el mero hecho de haberse conocido.
No importa si fue un detalle de menos de 3 euros, por un capricho del caprichoso cariño.
Según que circunstancias se den, el regalo puede necesitar de un “extra”. Un extra que nosotros debemos conseguir.
Pero cuando se hace un cisma, no hay vuelta de tuerca. Hasta lo que es tuyo, ha dejado de ser tuyo, ahora es de la nostalgia.
Yo soy muy nostálgico.
Da igual cuanto limpies la vida que te rodea, la vida que deseas pulir esta dentro de tu cabeza. Intentas cortar un tronco, pero ni siquiera estas podando las ramas. La mejor solución, es saber que no hay solución, nútrete de la mierda de vida que te ha sido impuesta, te estás haciendo alguien muy grande. ¿Para qué? Eso es una sorpresa.
Capítulo 57º
Fin de semana extraño:
Ya he terminado “Apocalipsis Z”.
Me lo he pasado en grande. La historia engancha mucho, además mucha de la acción acontece en mi ciudad, en su puerto, y en uno de sus hospitales, y aún más, en bastantes de sus calles. Me ha sido relativamente fácil reconocerlas.
He editado el video del paseo por el monte de “La Sierra”. Y también he subido algunas fotos.
Para no romper a nadie, he huido un poco de las relaciones sociales con “internautas” no sin antes dar un último gran golpe.
Dentro del canal irc de mi ciudad, después de 3 o 4 frases, fui proponiendo quedar conmigo a cambio de 20 euros.
He sido totalmente sincero. No tengo ninguna amistad, por lo cual si alguien me pudiera brindar 30 minutos o 1 hora para una charla, yo se lo agradecería invitándole y ofreciéndole los susodichos 20 euros.
2 personas han aceptado.
1º Sujeto:
Patricia: De unos 24 años, estudiante de enfermería en el Meixueiro. Comparte piso cerca de “El corte Inglés”, con 1 amiga y su respectivo novio.
18:46 del sábado.
Parte de la conversación:
- Pues no tenía pensado venir ni en broma –expresó mientras se sentaba-.
- ¿Te picó la curiosidad no?
- Si, nunca me ha pasado algo así –concluyó mientras apoyaba su chaqueta burdeos en el asiento de madera de la cafetería donde habíamos quedado-.
- Toma aquí esta el dinero, pide lo que quieres que invito. –comenté notando obviedad en mis palabras-.
- ¡Uff! No gracias no me apetece tomar nada –diciendo esto se guardó el billete en la cartera-, ¿Y tu que tomas?
- Un poleo-menta, hacía tiempo ya del último. –confesé medianamente animado-.
En realidad al cabo de unos 7 minutos empezamos, tanto ella como yo, a hablar por los codos, no literalmente claro.
Estuvimos así casi hora y media, hasta que ya iba siendo tarde. Había quedado con el otro sujeto.
- Bueno, pues voy a tener que ir yéndome. –solté en medio de la conversación-.
- Bueno como quieras, espera un momen, - después de decir esto, y metiendo la mano en su cartera; apoyada encima de la mesa, sacó el dinero que antes le había dado-.
- Toma, gracias, ha sido súper divertido hablar contigo, si quieres hablamos por el chat para quedar otro día y te invito yo.
- Pareces una buena chica, el dinero es tuyo, si te lo aceptara de vuelta, esto no tendría sentido. Es mejor así, ya nos veremos si coincide o quiere coincidir.
- Vale pero dame dos besos ¿No? –preguntó inquieta-.
Me costó horrores dar esos 2 besos. No sé ni por qué lo hice, y no sé por qué de alguna forma eludí el abrazo que se intuía posteriormente.
La cafetería quedo en silencio, mientras pagaba, y cuando salí por la puerta por fin empezaron a escucharse los murmullos.
2º Sujeto:
Alberto: 32 años, mecánico. Resulta que hasta trabaja relativamente “cerca” de donde yo vivo. Por el chat parecía un tipo muy dicharachero.
20:39 del sábado:
Sería un mecánico, pero también un sibarita. Conocía prácticamente todos los libros de los que le hable, había visto más películas, sabe de todo un poco, era muy, muy ingenioso.
Estuvimos hablando casi 2 horas de casi todo.
- Bueno de todas formas ya te digo, es quitarla y limpiarle la lente con un bastoncillo, además, si total por 27 euros te compras una dual, si la jodes es lo de menos. Si quieres hasta te lo hago yo.-expresó Berto-.
- Si, a saber lo que acabo haciendo al final. Bueno Alberto, un placer, voy marchando ya que me duele un poco la cabeza –dije mientras cogía mis enseres de la mesa-.
- ¿Tanto te ralla lo que digo cabrón? –después de preguntarme esto, Berto empezó a reírse de sobremanera haciendo que algunas personas de la cervecería miraran hacia nosotros-.
- Es que eres como una patada en los dientes –ahora me reía yo-.
- Bueno hombre, pásame tu número y te doy un toque un día de estos.-declaró Berto-.
- Hace más de 3 años que no tengo móvil, ni cuenta bancaria.-le contesté-.
- ¡Olé! Como molas tío. ¿Y como nos vemos otra vez? Así invito yo la siguiente.
- Ya nos veremos, tengo que irme.-sentencié, mientras me levantaba-.
- ¿Oye, he dicho algo malo? – Preguntó con sinceridad e inocencia-.
- No no, ni nada parecido, yo sólo quería una charla y te lo agradezco. Nos vemos
- Mira, te devolvería el dinero, pero me viene muy bien, pero si devolviéndotelo volvemos a quedar, pues para mi sería una alegría. –habiendo dicho esto, Berto tendió el billete de 20 € hacia mi, haciéndome sentir una mierda-.
- Hablamos en otro momento.
Si un tío puede pagar 60 euros por la necesidad del sexo… ¿Por qué no puedo pagar yo 20 euros por la necesidad de escuchar a otra persona, ver a otra persona, y por unos míseros segundos, sentir que le importo a alguien?